Únicamente las personas que tenemos contacto diario con un el TDAH en alguna de sus formas sabemos lo desafiante que puede suponer educar a un hijo con esta singularidad. Desde la gestión de los quehaceres escolares, la organización familiar hasta las dificultades de regulación emocional puede suponer un ingrediente extra al estrés cotidiano.
La práctica continuada de mindfulness ha revelado ya una razonable evidencia sobre la mejoría del bienestar psicológico en la población ordinaria con un especial impacto positivo en las funciones ejecutivas. Precisamente son estas funciones las que resultan más comprometidas en personas con TDAH. Respecto a los beneficios del mindfulness para las personas TDAH las investigaciones actuales sostienen mejorías en el dominio de la atención, mejorando la concentración y manejando mejor los conflictos atencionales. También ya hay algunas pruebas de los beneficios relacionados con la reducción de las conductas problemáticas en el TDAH, incluyendo conductas desafiantes e incluso más graves.
Pero PODEMOS PARAR Y PREGUNTARNOS:
¿Si el mindfulness es atención plena por qué no trabajar de manera sistemática esta función ejecutiva en las personas con TDAH?
Si además existen beneficios sobre el autocontrol emocional con la práctica del mindfulness, ¿por qué no invertir en ello?
¿Y si beneficiara el clima general de la familia?
Parece que el mindfulness tendría efectos positivos en la bajada de la intensa reactividad emocional que suele acompañarles y en la mejora general de la autorregulación emocional. Por otro lado, algunos estudios también sugieren incrementos de la autoestima de los niños TDAH a través de estas prácticas, así como mejoría de sus relaciones familiares, principalmente cuando también los padres reciben entrenamiento en mindfulness. Incluso podría mejorar la satisfacción con la crianza, debido a una reducción notable del estrés familiar, como apuntan algunos autores.