Desde tiempos ancestrales las personas han buscado en la naturaleza todos aquellos recursos que proporcionaban alimento, protección, recreación o curación. Todo ello especialmente vinculado a la supervivencia en entornos muchas veces hostiles. Hoy te proponemos que mires a tu propia naturaleza interior y compongas tu personalizado bálsamo de la tranquilidad a partir de tus recursos.
Hoy ya no tenemos que luchar con fieras, huir de batallas sangrientas o sobrevivir en condiciones climáticas extremas de manera habitual. Sin embargo, existen muchas situaciones agobiantes (exámenes, trabajo, relaciones…) y algunos estresores que suelen pasar más desapercibidos, como la incertidumbre, la falta de control o de seguridad. Parece que el ser humano es la única especie que se puede estresar por su pesaroso pasado o un angustioso y lejano futuro. El resultado es que, la acumulación de respuestas de estrés, en vez de devolver equilibrio al cuerpo, va dañando progresivamente el cuerpo y la mente produciendo estrés crónico.

Y en la probeta del estrés se encuentra un cóctel que en sobredosis puede ser letal literalmente. El cortisol, hormona del estrés, nos permite mantener las concentraciones adecuadas de nutrientes en sangre . La adrenalina, como resultado de la activación del sistema simpático, genera un aumento de frecuencia cardiaca, respiratoria y de la tensión arterial para afrontar el conflicto. También su prima hermana, la noradrenalina nos permitiría tener cierto estado de alerta. Pero cuidado, lo que puede ser adaptativo en pequeñas dosis de estos químicos, puede ser venenoso en altas. Ello se puede traducir en alteraciones físicas como el “síndrome metabólico”, además de síntomas de ansiedad y depresión, entre otros.
Pero podemos parar y preguntarnos ¿ De qué manera intentamos curarnos de estos químicos corrosivos cuando son excesivos?
La búsqueda de equilibrio es una necesidad constante en las personas. Si siento mucho estrés de manera crónica puedo intentar taparlo con otros químicos; alcohol, tabaco, u otras drogas. En ocasiones la comida compulsiva u otras actividades de corte adictivo pretenden camuflar con un chute dopaminérgico momentáneo el cóctel del estrés. Otras veces los químicos están sintetizados en forma de medicamentos; ansiolíticos, antidepresivos, estabilizadores del ánimo, etc. En ocasiones ya es inevitable tener que tomarlos.
Medicamento procede de la raíz latina “mederi” que significa curar. Y la palabra meditación procede también de la misma raíz . Si no queremos atiborrarnos a medicación puedo probar con la meditación.

Por eso te proponemos una práctica de meditación sencilla componiendo nuestro bálsamo de la tranquilidad personal e intransferible
1.- Principios activos del bálsamo de la tranquilidad
Atención a la respiración. Como ya sabemos la atención a la respiración es un anclaje de estabilización que por sí mismo puede resultar calmante
Visualización en imaginación. Al visualizar disponemos nuestra mente de una forma similar a la vivencia real
Saboreo permite la potenciación de los efectos emocionales de lo imaginado sientiéndolo más vívido
2– Modo de empleo:
Paso 1
Imagina o trae a tu mente una experiencia que tengas o hayas tenido en la realidad que te proporcionó tranquilidad, sosiego o cierta paz. Pon intención en que la experiencia tuviera sensaciones corporales cuando las viviste. Puede ser cuando estás en la playa, en el campo, ante una puesta de sol, cuando te das un baño caliente, etc. También puedes escoger una situación más sencilla; estar en el sofá después de un día agitado, la vista desde la ventana, etc. También puedes tomar tu cuarto o tu cama si al imaginarlo te resulta apacible. Puedes probar con más de una y ver cuál es la imagen que más tranquilidad te produce. Una vez que tienes una imagen de tranquilidad, pasamos al paso 2. Puedes cambiar la imagen más adelante.

Paso 2.
Comienza con una práctica de unos tres minutos de atención a la respiración.”Entorna o cierra los ojos. Siéntate en una postura cómoda. Pon la espalda recta, sin forzar, las piernas abiertas a la altura de las caderas, los hombros que no caigan ni hacia adelante ni hacia atrás. Coloca tus manos encima de los muslos con las palmas de las manos hacia abajo. Ahora sé consciente de tu respiración. Escoge un lugar en el cuerpo donde sientas mejor tu respiración ahora (puede ser en el vientre, el pecho, las fosas nasales…) Enfoca tu atención hacia esa parte del cuerpo. Percibe los que sucede en ese punto al inspirar y al expirar. No tienes que cambiar tu forma de respirar, tal como lo haces está bien. Puedes ayudarte verbalizando mentalmente las palabras inspirando y expirando mientras sigues enfocado en tu respiración. Continúa durante unos momentos con esta práctica. Y si en algún momento se nos va la atención, esto es normal. Con amabilidad lleva la atención otra vez a ese punto de la respiración. Para terminar, amplía tu foco de atención hacia todo tu cuerpo, sintiéndolo como una totalidad”
Paso 3
Inmediatemente después de realizar el paso 2, trae la imagen que creaste en el paso 1. Recrea la imagen en tu mente: lo que se ve, los colores, los sonidos, las texturas, los olores… por unos momentos mientras sigues con los ojos cerrados. Ahora enfoca tu atención a las emociones o sentimientos que aparecen y etiquétalos (Ej: tranquilidad, felicidad, paz…).

Ahora explora en tu cuerpo dónde sientes en mayor medida esos sentimientos o emociones (pecho, cabeza, todo el cuerpo). Conecta ahora tu respiración con ese sentimiento y esa parte del cuerpo.
Paso 4
Tras el paso 3 si hemos logrado sentir la emoción, con el cuerpo y la respiración puedo poner un título a la imagen creada (Ej. Luz de Playa, Paz, Refugio de tranquilidad, etc) Vuelve a realizar el paso 2 y en algún momento incluye de una forma creativa tu título en la escena creada. Como estamos jugando con la imaginación el título puede aparecer en el cielo o en un mueble, donde queramos.
Paso 5
Siempre que tengamos una emoción perturbadora que no sea excesiva puedes hacer el ejercicio del bálsamo con los pasos 2 y 3. Podemos acudir a partir del titular que hemos creado y de la propia imagen

Ya has creado tu propio bálsamo de la tranquilidad, no es el “bálsamo de fierabrás”, pero mantiene las fieras del estrés un poco más lejos.