A pesar de nuestra familiaridad con el ruido externo, principalmente en las grandes ciudades, nuestra salud se resiente por su intensidad y frecuencia. Si además le añadimos nuestro ruido interno en forma de preocupaciones podemos terminar sordos a nosotros mismos y a los demás. Por ello, te invitamos a activar tu modo avión y cultivar el silencio a partir de sencillas prácticas de mindfulness.

¿Sabías que en España cerca de 9 millones de personas soportan más de 65 decibelios (Db) diariamente? Esto supone sobrepasar las recomendaciones de la propia OMS (Organización Mundial de la Salud), que marca la frontera entre lo saludable e insalubre en los 55 Db durante el día.
Se sabe que una exposición prolongada al ruido afecta a nuestra salud; mayores tasas de estrés, ansiedad, insomnio, irritabilidad, dolores de cabeza e hipertensión.
PERO PODEMOS PARAR Y PREGUNTARNOS ¿ DE QUÉ MANERA EL RUIDO INTERNO TAMBIÉN NOS ALTERA LA SALUD, TANTO COMO EL RUIDO EXTERNO?
Nuestro ruido interno se compone de pensamientos, planes, expectativas, miedos, impresiones sensoriales… que de alguna forma son repetitivos, pegajosos y aparecen en la mente como si tuvieran un eco interminable. Este mecanismo por el que damos vueltas de manera repetitiva va friccionando nuestro bienestar emocional. Sentimos que esta rumiación nos aleja del momento presente. En ocasiones, atrapados en la tristeza del pasado. En otras, ansiosos por lo que deparará el futuro.
Por ello, si practicas la conciencia en el momento presente (mindfulness) puede ayudarte a desactivar fuentes de ruido interno, que por exceso de exposición convocan a menudo a la depresión y la ansiedad.
Y para practicar la conciencia es importante cultivar nuestro modo avión. Buscar un sitio con silencio para disminuir la cháchara interna. Pero no parece fácil. Casi estamos más inclinados a huir del silencio, a combatirlo con más ruido externo con los cascos a todo volumen. O también a inundarnos del ruido de las redes sociales y otros sucedáneos.

¿Acaso nos inquieta el aislamiento, el silencio, el vértigo de asomarnos al interior y descubrirnos? ¿Nos da miedo enfrentarnos a nuestros propios fantasmas sin distracciones? Si es así, está bien, esto es común. Y nos pasa muchas veces. No te juzgues. Cuando llevamos heridas profundas nos cuesta aún más estar en silencio con nosotros.
“Hay pocas cosas tan esordecedoras como el silencio”.
Mario Benedetti
Por eso no recomendamos un retiro de silencio de ocho días sin antes habernos expuesto gradualmente al silencio, sin haberle visitado con estancias cada vez más largas: 5 minutos, 15 minutos, 30 minutos… Y después de un aprendizaje poder disfrutar en retiro del Noble Silencio, expresión en mindfulness del poder curativo y apaciguador del silencio.
Y es que el silencio se hace esencial para escuchar. Ya sea a nosotros mismos como a los demás. Pero un silencio consciente donde podamos percibir el filtro de nuestras proyecciones, de nuestros deseos, prejuicios y de nuestras respuestas automáticas. Todos ellos son solo artefactos del ego, corazas y escudos de guerras pasadas. Y una vez que lo percibimos, podemos poner intención en aparcarlas, en soltarlas. De esta manera, podemos escuchar nuestra sabiduría interna, nuestro legado intuitivo y compasivo. Quizás solo en la experiencia desértica del silencio podamos encontrarnos más fácilmente.

“El silencio es esencial. El silencio es tan necesario como el aire que respiras, como la luz para las plantas. Si tu mente está repleta de palabras y pensamientos no quedará espacio para ti”
Thich Nhat Hanh
PRÁCTICA DE SILENCIO 5 minutos
1.- Busca un lugar donde sea posible reducir las fuentes de ruido externo.
Pon tu teléfono en modo avión y una alarma de 5 minutos. Te invitamos a que lo hagas tumbado aunque puedes hacerlo sentado.
2.- Comienza con una práctica de atención a la respiración de unos dos minutos arproximadamente..”Entorna o cierra los ojos. Túmbate en una postura cómoda. Con las piernas abiertas a la altura de las caderas y los brazos en paralelo con las manos hacia arriba. Ahora sé consciente de tu respiración. Escoge un lugar en el cuerpo donde sientas mejor tu respiración ahora (puede ser en el vientre, el pecho, las fosas nasales…)Enfoca tu atención hacia esa parte del cuerpo. Percibe los que sucede en ese punto al inspirar y al expirar. No tienes que cambiar tu forma de respirar, tal como lo haces está bien. Puedes ayudarte verbalizando mentalmente las palabras inspirando y expirando mientras sigues enfocado en tu respiración. Continúa durante unos momentos con esta práctica. Y si en algún momento se nos va la atención, esto es normal. Con amabilidad lleva la atención otra vez a ese punto de la respiración. Para terminar, amplía tu foco de atención hacia todo tu cuerpo, sintiéndolo como una totalidad”
3.- Ahora amplia tu foco de atención a los sonidos del exterior “Con curiosidad anota mentalmente los sonidos que van apareciendo. Una vez notados, suéltalos y abrete a los espacios de silencio y a los sonidos que van salpicando nuestros oídos. Quizás notes también el ruido de tus pensamientos, es normal que vengan y vayan. Cuando esto suceda y con amabiilidad vuelve a enfocarte al paisaje auditivo. Si te ayuda, puedes etiquetar en un primer momento los sonidos (pájaros, coches, gente…). Y también etiquetar pensamientos cuando vengan. Si también acude algo de ruido emocional podemos hacer lo mismo. Podemos etiquetar el sentimiento o emoción que venga y volver una y otra vez a afinar nuestros oídos a los sonidos exteriores. Este pequeño ejercicio nos ayuda a tomar conciencia de los ruidos externos y de alguna forma también de los ruidos internos.
4.- Felicítate por asomarte al silencio. Y comprométete a buscar espacios de silencio en el día a día. Como en la música, “Menos notas pueden descubrir un universo más grande” James Rhodes. Puedes repetir la práctica anterior alargando los tiempos y comprobarás sus beneficios.

“¿Alguna vez te has sentado en silencio, sin fijar la atención en nada, sin hacer esfuerzo por concentrarte, sino con la mente en completa quietud? En ese momento lo escuchas todo. La mente no está limitada a un único canal pequeño y estrecho” (Khrisnamurti)